La Fundación Telefónica dedica íntegramente el número 123 de su revista TELOS a la Inteligencia Artificial, en la que desgrana las complejidades éticas, filosóficas y regulatorias de la IA, los retos que plantea y las implicaciones sociales de delegar tareas cognitivas a las máquinas. En este artículo recogemos un resumen con lo más interesante de la publicación.
En la presentación del número 123 de TELOS, el director de la revista, Juan Manuel Zafra, afirma que en la actualidad vivimos en una era privilegiada, inmersos en la revolución tecnológica más significativa en la historia de la humanidad, una revolución que acaba de empezar, aún más trascendente que la convergencia de internet, la web 2.0 o los teléfonos móviles.
Esta revolución es la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), capaz de desarrollar un nuevo conocimiento y realizar tareas que aparentemente están reservadas a los humanos, un hito tecnológico que podría superar a la imprenta o a la fisión nuclear en su impacto en la humanidad. Aunque aún no conocemos la fecha de su llegada, estamos cada vez más cerca de la inteligencia artificial general, casi humana.
En la última década, la velocidad de aprendizaje de los modelos de IA ha aumentado significativamente, alimentándose con grandes cantidades de datos disponibles en internet, de manera que es capaz de escribir, por ejemplo, buena parte del código de un ingeniero de software, escribir textos o crear una falsa realidad para los humanos. A pesar de su enorme potencial exponencial, también plantea riesgos existenciales, como la creación de armas cibernéticas, el auge de las fake news y desinformación indetectable o incluso un escenario de pérdida de control sobre la IAG por parte de las empresas que la desarrollan.
Fuente: Fundación Telefónica.
Marta Suárez-Mansilla, abogada especializada en Derecho del Arte, propiedad intelectual y nuevas tecnologías reflexiona en su artículo sobre las dudas que plantea la irrupción de la IA en nuestro día a día, en lo que respecta a los límites de la capacidad humana, nuestra identidad y nuestro futuro. ¿Es la inteligencia artificial una herramienta para la creación contemporánea o un competidor de los artistas?
La autora propone realizar un ejercicio de abstracción y considerar las consecuencias del uso de la IA desde la óptica apropiada, sin perder de vista en ningún momento al ser humano como motor, impulsor, usuario y destinatario de estas tecnologías.
Los resultados obtenidos al emplear la IA en numerosas facetas profesionales han demostrado ser propuestas de alta calidad, operativas, funcionales y eficaces, y supone una herramienta de gran utilidad que nos permite ganar tiempo y ahorrar costes en tareas más mecánicas. Pero el panorama es más problemático cuando la IA se aplica a acciones consideradas exclusivamente humanas, como la capacidad de creación artística e intelectual. ¿Puede una IA ser considerada “autora” en los mismos términos que un humano? Una pregunta que no tiene una respuesta fácil.
En la mayoría de las ocasiones, las creaciones que arroja la IA (fruto de introducir un simple prompt) no tendrían la consideración de obra conforme a la normativa de propiedad intelectual, por lo que pueden ser directamente de dominio público. Pero hay que prestar atención a los términos y condiciones de uso de la plataforma que alberga la IA (ya que muchas atribuyen la titularidad del contenido al usuario, aunque se reservan un derecho de acceso y uso para seguir entrenando la herramienta y mejorar el servicio).
Pero en los casos en los que la intervención del usuario está más dirigida y se emplea la IA con una clara intención creativa, alimentándose de comandos, de imágenes y recursos hasta obtener el resultado buscado, no hay duda de que estamos ante una obra en sentido propio y protegida. El problema se traslada así a discernir cuándo hay un grado de aportación creativa suficiente por parte de la persona que usa la herramienta y cuándo no.
En opinión de la autora, el debate no debe ser si se reconoce o no una autoría a una IA, sino cuál es la traducción en derechos que tal reconocimiento acarrea y en qué posición queda el individuo. Marta Suárez-Mansilla propone un análisis correcto de la situación, con la visión puesta en las ventajas que se presentan y, sobre todo, poner al ser humano en el centro de cualquier toma de decisiones regulatorias y proteccionistas.
Richard Benjamins, responsable de la estrategia de inteligencia artificial de Telefónica, escribió en 2016 un libro blanco sobre: Surviving the AI Hype. Fundamental concepts to understand Artificial Intelligence. En su artículo, afirma que el hype de la IA no fue hace 7 años, sino que se está produciendo ahora.
Benjamins se pregunta, respecto a la Inteligencia Artificial General, si es posible, estamos casi llegando, como será o, mejor, ¿cómo debería ser? En su opinión, no sabe si será posible pero cree que no es imposible, aunque otra cosa es cuántos años llevará, quizá miles.
En la actualidad, con la inteligencia artificial generativa se ha dado un paso muy grande, pero estos sistemas inteligentes aún no entienden el contenido que manejan. El responsable de IA de la operadora cree que la pregunta crítica en estos momentos es si podemos llegar a la IA general partiendo de la generativa aplicando modelos fundacionales cada vez más grandes o si, por el contrario, son necesarios más descubrimientos científicos. Nadie tiene una respuesta certera, solo opiniones.
Benjamins afirma al final de su artículo que “lo que tenemos que perseguir con la IA general es intentar replicar el neocórtex y no la parte vieja de nuestro cerebro. Así, podemos tener la esperanza de que la inteligencia artificial general, si llega, lo hará sin intenciones de dominarnos, sino como herramientas o instrumentos para ayudarnos a resolver los problemas difíciles que tenemos que afrontar”.
En las páginas de la revista, distintos expertos españoles abordan los retos éticos, de seguridad y regulación de la inteligencia artificial.
En lo que respecta a los desafíos éticos, los expertos apuntan a que por un lado tenemos desafíos en su desarrollo, como la tendencia de los algoritmos de IA a heredar sesgos de los datos de entrenamiento, lo que puede llevar a decisiones discriminatorias o incorrectas, así como a la responsabilidad en caso de fallos de una IA. ¿Quién es responsable, el creador del algoritmo o el usuario? Para ello, es esencial establecer marcos legales y regulatorios consensuados: leyes, reglas, protocolos de actuación, autorregulación y sensibilización ciudadana.
Estos desafíos éticos que vienen asociados al avance de esta tecnología son los mismos que tenemos que tener asociados a la ética humana y uno de los principales es la supervisión humana. La IA puede actuar de manera autónoma y, según los expertos, debemos poner ciertas medidas técnicas y de supervisión humana, sobre todo en casos en el que la acción de la inteligencia artificial pueda afectar a los derechos fundamentales.
Por otro lado, hay desafíos relacionados con su uso, como la reestructuración y pérdida de empleos en diversos sectores económicos, lo que plantea interrogantes sobre cómo garantizar una transición justa hacia una economía basada en la IA. También existe preocupación por su uso indebido en ciberseguridad, la producción de noticias falsas o el desarrollo y uso de armas totalmente autónomas y en conflictos militares.
Respecto a cómo afecta la IA a la privacidad y la seguridad de los datos, los expertos afirman que la inteligencia artificial conlleva un riesgo potencial de violación de la privacidad, ya que la información podría ser utilizada de manera inapropiada (por ejemplo, la IA que utiliza el reconocimiento facial). Además, los sistemas de IA son susceptibles de ataques, con el riesgo de robo de datos y la generación de información falsa por parte de algoritmos maliciosos.
Los expertos consultados por la publicación apuntan a que es fundamental involucrar a la sociedad en su conjunto en la toma de decisiones sobre la IA para garantizar que esta tecnología sea utilizada de forma responsable, beneficiosa y en línea con los valores humanos. Esto implica, añaden, un compromiso individual de cada uno en adquirir un mayor entendimiento de esta revolución tecnológica, para poder tomar decisiones informadas.
Rodrigo Fábrega, especialista en desarrollo de la creatividad, afirma en su artículo que la inteligencia artificial en educación debe enfocarse en potenciar la creatividad y el aprendizaje. Por ello, es esencial capacitar a docentes y estudiantes para aprovechar la IA, promoviendo métodos pedagógicos innovadores y enfatizando la construcción del conocimiento. En su opinión, la IA ofrece oportunidades para repensar cómo aprendemos y potenciar la creatividad estudiantil.
Fábrega cree que es alarmante que algunas universidades están desarrollando primero guías para evitar las IA, en lugar de crear departamentos para enseñar a los estudiantes a usarlas y producirlas, y que los Ministerios de Educación no tengan departamentos de IA rediseñando la educación.
El autor aboga por que los estudiantes creen sus propios modelos de Machine Learning, lo que les empodera para convertirse en creadores y directores de la inteligencia artificial. Este enfoque práctico no sólo mejora su comprensión de los principios de la inteligencia artificial, sino que también fomenta un sentido de propiedad y creatividad en su proceso de aprendizaje. Finaliza apuntando que nos encontramos en un momento en el que por primera vez esta nueva tecnología se está expandiendo por el orbe simultáneamente y el mundo educativo debería aprender rápidamente la IA, para dotar a los niños de una nueva materialidad para crear.
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Este es solo un pequeño resumen de algunos artículos de la publicación de la Fundación Telefónica, que desgrana en sus 142 páginas toda la actualidad de la inteligencia artificial. En Bitban Technologies estamos muy atentos a todo lo que se refiere a la IA: avances, retos, desafíos, oportunidades… En la actualidad, estamos trabajando en su integración en nuestro gestor de contenidos, bCube CMS, para ofrecer a los medios de comunicación y sus redacciones la mejor herramienta para mostrar su contenido, de la manera más óptima posible.